Te escribo porque siempre tengo el proceso y a tí en mente, y siempre también, con ganas de volver, de reciclarme.
Este mes de septiembre falleció mi madre, 89 años , como un toro, vital. Tuvo un ictus y en 8 días decidió irse sin casi sufrimiento. Llegué a tiempo para verla aún consciente y despedirme como deseaba.
Te cuento esto porque aunque triste, estoy tranquila. Tuve una relación muy complicada con ella pero a partir de Oxígeme, pude relacionarme de otra forma. De una forma más sana.
Es largo de hablar esto de la muerte de un ser querido, todo lo que se mueve y lo terrible de lo efímero de la vida.
Pero quería darte las gracias, inmensas. Gracias a tu guía y todo el proceso, empecé un camino que me reconcilió con ella desde la comprensión y la compasión y me he dado cuenta que desde entonces no he vuelto a sentir culpa, ni necesidad de su aprobación, ni rencor ni esas cosas que se me venían a la cabeza de recuerdos tristes y dolorosos.
Agradezco al universo que me haya puesto en tu camino y me haya permitido cambiar el rumbo.
Volveré a Oxígeme cuando me lo pueda permitir y te contaré que tengo una hija maravillosa con la que he logrado una relación hermosa. Me siento orgullosa de ello.
Gracias Manuel!